20 de julio de 2010

¿Quién falta? ¿Quién iría?

Alcanzar al mundo con el Evangelio puede ser como trabajar un rompecabezas al que le faltan la mitad de las piezas.

Las religiones falsas, la opresión política, los idiomas variados, las condiciones deplorables en que viven y las persecuciones religiosas, son algunos de los obstáculos para compartir a Cristo con etnias no alcanzadas. No obstante, eso no anula nuestra responsabilidad.

Las ciudades perdidas en China

Durante las dos últimas décadas, la urbanización de la región central de China ha crecido a pasos agigantados. Obreros que emigraron del campo a los nuevos centros urbanos han transformado a 223 pueblos en ciudades, cada una con más de 1 millón de habitantes.

¿Qué los atrajo? El dinero. Un trabajo en la ciudad paga tres a cuatro veces más que un sueldo en las aldeas. En el pasado, mudarse para encontrar trabajo era un riesgo para los del campo porque las políticas del gobierno les negaban la documentación que necesitaban para trabajar en las ciudades. El año pasado, miles de chinos salieron a las calles para protestar. El gobierno respondió permitiendo que el 20 por ciento de ellos se mudaran a las ciudades las que contaban con insuficientes casas, fábricas y carreteras.

A medida que estas áreas metropolitanas siguen extendiéndose, hay una creciente concentración de gente que no conoce a Jesús y tiene poca oportunidad de hacerlo. En resumen, son una colección de ciudades perdidas.

Es crítico encontrar una manera de compartir el amor de Cristo y desarrollar un plan para alcanzar estos centros urbanos. Ahora es el momento más oportuno, cuando llegan estos obreros que luchan por abrirse paso. Ellos, y los parientes que dejaron atrás, necesitan la estabilidad que se encuentra solo en Jesús.

Ore pidiendo que Dios llame a más obreros cristianos para llevar el Evangelio a estos sectores no alcanzados.

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